Rentabilidad y crecimiento de beneficios.
En un escenario de demanda tenue, las rentabilidades deberían mantenerse bajas,
más aún cuando hay escasa capacidad de mejora de márgenes. A pesar de ello, la
aversión al riesgo mantendrá el foco de los inversores en la sostenibilidad de
los mismos. Por lo tanto, no sólo altos y crecientes rendimientos sino también beneficios
y “cash flows” estables se pagarán con prima. Los dividendos altos y
sostenibles deberían también valorarse.
Fusiones y adquisiciones. Compañías
con situación financiera sólida, valoraciones atractivas y la posibilidad de
añadir valor que compense la falta de crecimiento encuentran un escenario
propicio para la actividad corporativa. La idea es beneficiarse de la
consolidación (sinergias), la mejora operacional, la gestión financiera, del incremento
de capacidad y baja valoración de compañías más débiles.
El fuerte se hace más fuerte.
La complicada situación macro favorece a los modelos más fuertes de negocio. Un
entorno de baja rentabilidad infravalora la habilidad de reinvertir caja a
precios atractivos. Por tanto, interesan compañías con alta rentabilidad y
“cash flows” elevados, con facilidad de financiación y buena gestión.
Oportunidades de crecimiento.
Incluso en un mundo de bajo crecimiento hay sectores o empresas que crecen.
Podemos inclinarnos por la innovación o el outsourcing.
Mejora de la economía
americana. Tanto por su peso en la economía mundial como por ser oportunidad
de inversión en sí misma, cualquier signo de mejora de esta economía y de su sistema
financiero siempre será una buena noticia. Por lo tanto, podemos seguir
empresas estadounidenses expuestas a este mercado, siempre después de evaluar
el impacto final del “fiscal cliff”. Precaución con la divisa a corto plazo.
Europa. La desaceleración
global ha afectado la zona centro y norte de Europa, que ya no consigue compensar
el retroceso de las economías de sur, dejando el conjunto de la eurozona a las
puertas de la recesión (crecimiento estimado de consenso 2012 -0,5%, 2013 0%). Como
positivo, el menor efecto amortiguador que supone el ajuste fiscal, al que sólo
debería quedarle un año de impacto negativo sobre el PIB europeo. Valoraciones
atractivas, pero mucha incertidumbre y con la banca aún sin resolver su
desajuste, con el consiguiente impacto sobre el crédito. Por lo tanto,
continuaría recomendando prudencia y apostando por la calidad e inversión sesgada
hacia el centro y norte de Europa. La mejora del apetito por el riesgo debería
ser un catalizador de la democratización de la inversión en Europa.
Emergentes. Incertidumbre
a corto plazo, inversión obligada a largo plazo. Siempre debe haber emergentes
en cartera.
Títulos cíclicos/crecimiento
vs valor. Una relación históricamente sesgada hacia valor que en estos
momentos se encuentra muy sesgada hacia crecimiento, muy lejos de su tendencia
de largo plazo. Esto indica que en algún momento esta situación debería cambiar,
favoreciendo títulos valor. En mi opinión, este momento aún no ha llegado, pues
el crecimiento se seguirá pagando con prima. A pesar de ello, debemos estar
atentos al cambio, que debería llegar con la mejora del panorama económico, ¿segundo
semestre de 2013?
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