Hasta hoy, la
inversión en valores españoles no ha sido rentable desde los mínimos de marzo
de 2009, mínimos bursátiles de la actual crisis. La recuperación sólo ha sido
cierta en un 41% de las empresas cotizadas españolas. Únicamente 44 de las 108
empresas del Indice General de Madrid se encuentran por encima de los mínimos
del ciclo (09/03/2009).
Si miramos lo
mismo con los miembros del Stoxx 600, el ratio de compañías en positivo sube
hasta el 89%, un escenario completamente distinto. Entre las empresas españolas
del índice, el ratio retrocede hasta el 64%, de las italianas el 54%, mientras
que las tres griegas están en negativo. El porcentaje de alemanas es el 88% o
de francesas el 84%, similar al de belgas, austriacas, holandesas o suizas.
Entre las inglesas y suecas, el porcentaje supera el 94%, mientras que sorprende
el comportamiento positivo de las
irlandesas desde entonces (92% de las empresas en positivo desde los mínimos
del ciclo).
Una forma más
simple de mostrar este comportamiento dispar es viendo la evolución de los
principales índices europeos:
La cuestión es si esta divergencia
continuará durante el próximo año y mi percepción es que sí.
La razón es
muy simple. Las reformas dejarán España a una depresión que puede durar fácilmente
un par de años (el consenso de mercado espera un retroceso del PIB del 1,6% en
2012 y un -0,7% en 2013, sin considerar las últimas políticas anunciadas la
semana anterior) y aunque la prima de riesgo minore, el foco de atención de los
inversores se desviará hacia el crecimiento, como le ha pasado a la economía
japonesa desde que pinchara su propia burbuja, una economía que no ha declarado
crecimientos del PIB por encima del 1,9% desde entonces.
Mi opinión es
que, en general, los valores españoles entrarán en un ocaso inversor que puede
durar mientras dure la travesía por el desierto de la economía española.
Tocada la
demanda interna y la inversión, con un problema bancario que tardará en
corregirse y su efecto colateral en el crédito, y sin capacidad de gasto
público, sólo el saldo exterior podrá aportar crecimiento al PIB. Un campo de
batalla (el mercado exterior) donde podremos contemplar una lucha feroz,
incluso un aumento de medidas proteccionistas, pues de demanda interna pocos
países van sobrados, aunque no todos están igual de necesitados. No hay que
olvidar la contracción del crecimiento global fruto del efecto
desapalancamiento de los países desarrollados. Únicamente, el incremento de
solvencia bancaria en la eurozona tendría un efecto sobre la demanda mundial de
entre el -1,1% y -5,5%, dependiendo del escenario, una losa difícil de
soportar.
Para propulsar
el motor de demanda externa, muchos de los países en desarrollo deberán reequilibrar
su política de crecimiento basado en exportaciones hacia una política de
crecimiento más ponderada en la demanda interna, atajando así a algunos de los
desequilibrios globales existentes. La gran esperanza son algunos países
asiáticos y latinoamericanos, encabezados por China, o países desarrollados con
tasas de ahorro superior que pueden dar margen
al consumo, como Alemania o Japón.
En esta lucha por la demanda exterior, la economía española
debe atacar el tema de la competitividad.
El ajuste en términos de precios relativos que debe realizar ahora que no puede
devaluar comportará a una reducción de salarios y, si pudiéramos, una mejora de
la productividad, para recuperar con exportaciones la destrucción masiva de
puestos de trabajo que ha supuesto el reventón de la burbuja.
En este
sentido, aunque hay muchas reformas por hacer (duplicidades de la AA.PP.), infraestructuras
que mejorar (corredor mediterráneo), etc., son esperanzadores los distintos estudios
que contradicen el mito de falta de competitividad de las empresas españolas:
- Unos señalan que el problema de falta de competitividad de
la economía española está más ligado al tamaño de las empresas que a una
reducida productividad laboral. La relación tamaño-productividad estaría asociada
a los rendimientos crecientes de escala que permiten reducir los costes
unitarios a medida que aumenta la dimensión de la empresa. En términos
comparativos de tamaño, las grandes empresas españolas tienen una
productividad mayor que empresas alemanas de tamaño similar, mientras que
las de tamaño pequeño y medio quedan algo rezagadas respecto a sus homólogas
germánicas, por lo que el diferencial de productividad entre empresas
manufactureras alemanas y españolas podría atribuirse el menor peso de las
grandes empresas en la economía española[1].
- Además, y según Antón Costas, la economía española es,
entre las economías ricas de la OCDE, una de las que ha sabido mantener
mejor su cuota de exportaciones durante la última década. Desde 2008, sus
exportaciones han crecido a una tasa acumulada superior incluso que la
alemana y del Reino Unido, que ha podido devaluar su divisa.
- Por último, y aunque sí que es diferencial la destrucción de empleo en España (que debe atajar ya el problema de la economía sumergida) respecto a otros países de la UE, el crecimiento acumulado de los costes laborales unitarios de la economía española se ubicaría en el rango medio-bajo (ver gráfico posterior). Ello indica que la relación entre el coste laboral y la aportación de valor de los trabajadores españoles ha evolucionado mejor que en algunos de los países que nos rodean.
Bien es cierto
que en este escenario, y a pesar de estar INFRAPONDERADO
en valores españoles, existe un abanico de empresas diversificadas
geográficamente con fuerte dependencia exterior. Aquí os dejo el grupo de
empresas españolas con ventas fuera de la Europa Occidental superiores al 50%,
que además deberían aprovecharse de la debilidad del euro…. ESTO NO ES RECOMENDACIÓN DE COMPRA, es
una muestra de empresas con fuerte exposición exterior, cuya
recomendación exigiría un análisis particular de cada caso.
Disclamer: Esto no es una análsis profesional, el objetivo es dar una opinión personal y una impresión particular de la compañía y su valoración. En ningún momento nadie debe tomar este post como una recomendación de compra o venta.
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